El Movimiento Obrero y el modelo sindical argentino
Carlos Chino Fernández
Instituto Jauretche – CGT
Febrero de 2010
Algunos compañeros sostienen, que el movimiento obrero argentino tiene problemas de comunicación. De transmisión de ideas y de construcción de una buena imagen hacia la sociedad, en donde los medios de comunicación masivos ocuparían -según sus dichos-, un lugar de privilegio.
Es posible pensar que lo dicho anteriormente es absolutamente cierto, pero en realidad el problema es mucho más complejo para el movimiento obrero, ya sea por su pretendida proyección política y sobre todo, por su ligazón histórica al partido peronista.
¿Está el movimiento obrero en condiciones de presentar a la sociedad una propuesta política que exceda las consideraciones gremiales, salariales y todo lo referido a las propuestas en torno a las condiciones de trabajo?
¿Hasta dónde esta tarea requiere de una buena imagen televisiva?
Las organizaciones sindicales no están al margen de la crisis generalizada de orden político por la que transita la sociedad argentina, en donde los partidos políticos y el mismo Estado-nacional como fuera pensado hace unas décadas atrás, ya no dan respuesta a las necesidades de desarrollo integral de la población.
Más que un problema de comunicación el movimiento obrero, ha sufrido las consecuencias de una crisis orgánica de conducción política, que se expresó con mayor crudeza hacia el final del año 2001.
No obstante, tantos años de ataque y de sabotajes al movimiento nacional, han surtido efecto y más allá de la resistencia y del fortalecimiento de las organizaciones gremiales en los últimos años, se ha resquebrajado en parte la base del modelo sindical.
El modelo sindical y la situación actual.
Acerca de la paradoja entre fortalecimiento de los sindicatos y debilitamiento del modelo sindical centralizado.
No cabe duda alguna que a partir de 2003, los sindicatos gracias a las políticas del gobierno nacional se han visto favorecidos económica y políticamente.
La participación de las organizaciones gremiales en el Parlamento se ha visto favorecida levemente a través de algunos pocos representantes recientemente sumados, y al mismo tiempo las organizaciones de los trabajadores, han incrementado su participación en la definición de algunas políticas de gobierno, a través de la incorporación de funcionarios de extracción o proximidad gremial.
Pero la lectura de ciertos datos objetivos de nuestra realidad sindical nos dice que se ha producido un debilitamiento-aunque poco visible en la superficie-, en la base misma del modelo sindical de representación unitaria, que fuera materializado por la ley 23 852 del 2 de octubre de 1945.
Esta ley forma parte del entramado legal que otorga la representatividad sindical a la organización gremial que por rama de la actividad económica tenga la mayor cantidad de afiliados.
¿Qué expresa esta situación, a la que definimos en principio como contradictoria?
Veamos…
Se ha generalizado en los últimos años el reconocimiento por parte del gobierno de sindicatos y no solamente con la obtención de la sola inscripción gremial. A noviembre de 2009, tenemos unos 1990 sindicatos reconocidos legalmente por el Ministerio de Trabajo de
Es así que tenemos que unas 30 actividades, cuentan con 2 256 sindicatos.
A la cabeza de esta multiplicación geométrica del reconocimiento de sindicatos dentro de la misma rama de actividad tenemos al mismísimo Estado con sus actividades públicas, como las de tipo administrativa y docentes, con unos 1205 sindicatos reconocidos. El área de los servicios cuenta con 589 sindicatos y en la producción tenemos unos 462.[1]
Si bien esta información de por sí no habilita a pensar en la desaparición del modelo sindical argentino de concepción justicialista; sí alerta para que esta situación sea abordada con mayor celeridad por parte del gobierno y de las organizaciones sindicales con mayores grados de organización, para que en el largo plazo no sea un factor de quiebre en la proyección política del movimiento sindical.
Al margen de los largamente publicitados incidentes protagonizados por las comisiones internas de sindicatos disidentes de sus organizaciones centralizadas, como en los casos de los subtes y la alimentación, el aumento del reconocimiento de varios sindicatos dentro de una misma rama de actividad es un hecho generalizado por la actual administración del Estado
Esta es una paradoja de gran trascendencia, que invita a reflexionar acerca del modelo sindical real al margen del debate planteado por mejorar las posibilidades mediáticas de nuestros dirigentes sindicales, y una buena posibilidad de pensar más allá de la falsa antinomia entre libertad sindical y burocracia sindical que los mismos medios de comunicación se encargan de fijar.
La comunicación y el restablecimiento de las relaciones políticas
Esta tarea de los medios masivos de comunicación en la política, que se ha transformado en una religión y en un paso necesario para los dirigentes con aspiraciones públicas, es un arma de doble filo. El tema es pensar que lo instrumental de la política no nos nuble la visión y las cuestiones de fondo.
Lo que los medios de comunicación y otros instrumentos asociados (marketing, consultoras, encuestas, etc.) producen con fines electorales, es desplazar la construcción y la visualización de las relaciones políticas esenciales, generando infinidad de antinomias falsas y ocasionales. Con la relación amigo-enemigo, comienzan las relaciones políticas.
Es probable que el movimiento obrero deba mejorar la comunicación de sus ideas, pero sobre la base de capitanear más que una movida electoral, una alianza de intereses nacionales al servicio del proyecto soberano, Fijar una posición como se empezó a efectivizar con el lanzamiento de la CSPN[2] en Mar del Plata el 18 de septiembre de 2009.
[1] Nota: Esta información es parte del nomenclador oficial del Ministerio de Trabajo de
[2] Nota: CNSP: Corriente Nacional Sindical Peronista, lanzada en la ciudad de Mar del Plata y formada por más de 100 sindicatos