Declaracion de Tesis 11


El uso de las reservas y la restauración conservadora


Por Consejo Editorial Tesis 11


La creación del Fondo del Bicentenario generó debates y disputas políticas y judiciales alimentados por prejuicios, ignorancia conceptual y mezquindades políticas que contribuyen a potenciar la confusión y fundamentalmente, apoyado en esto, a ocultar los intereses reales que están por debajo de lo que se argumenta y en especial las consecuencias que se derivarían de las medidas que implementarían en caso de que las fracciones más conservadoras retomaran en plenitud la conducción del estado.

Desde la oposición de derecha, tanto política como mediática, no se plantea no pagar la deuda externa. Sólo pretende que en lugar de hacerlo con las reservas del Banco Central, lo haga el Tesoro con las divisas que adquiera utilizando los fondos asignados a ese efecto en el presupuesto nacional.

Para esta oposición su postura responde – dicen - a su obligación de preservar el patrimonio de los argentinos, como si las divisas del Tesoro pertenecieran a los marcianos. Pero cuando las mismas reservas cuya preservación tanto les preocupa sirven, por ejemplo para cubrir la fuga especulativa de capitales, esa presunta obligación se limita tan sólo a explicarla como causada por la falta de confianza o la falta de incentivos al gran capital, o lo que para ellos es muchas veces lo mismo, la inseguridad jurídica.

También desde la derecha se argumenta que el uso de las reservas del Banco Central para la cancelación de la deuda externa, al liberar los recursos que estaban previstos a ese efecto en el presupuesto, da posibilidad a que el PE los utilice para aumentar el gasto público. Siguiendo esta línea de pensamiento el uso de las reservas para pagar la deuda externa es inflacionario. Ergo, esta defensa de las reservas - argumentan - ayuda a preservar el poder de compra del salario y del valor de la moneda. Es la óptica que ve la inflación sólo como resultado de la cantidad de moneda y del nivel del gasto.

Esta es otra falacia ¿cómo, desde este enfoque, explican entonces la inflación del 2009 habiendo superávit fiscal primario y de balanza de pagos, exceso de capacidad instalada, desocupación, baja del precio internacional de muchos insumos y limitado dinamismo económico interno como repercusión de la crisis del capitalismo mundial ? Es evidente que encubren la existencia de monopolios y su rol como formadores de precio.

Y esta preocupación por el nivel del gasto público la plantean – vaya paradoja - cuando son necesarias mayores inversiones en infraestructura y en gasto social y cuando se rasgan las vestiduras por los niveles de pobreza, pero cuando los planes de gasto social se ponen en marcha no ven en ello otra cosa que clientelismo y populismo (asignación universal por hijos, por ej).

¿Cuál es entonces el trasfondo de la crítica? Además del sistemático accionar para desgastar al gobierno ante la opinión pública ¿qué es lo que pretenden? Preservar reservas en el Banco Central sirve como colchón que cubra las necesidades de eventuales fugas del gran capital y la atención de los llamados servicios del capital (intereses, utilidades, etc.). Si luego, hoy o mañana, para pagar la deuda no alcanzan los recursos del Tesoro, postulan ampliar las disponibilidades reduciendo el gasto público, fundamentalmente los subsidios, los salarios, las jubilaciones y el gasto social, imponer el ajuste y endeudarse a la tasa que fuere. Menor inversión, menor gasto, menor empleo, mercado interno más débil. Nunca se les ocurre como alternativa para cubrir las exigencias de una erogación creciente una reforma impositiva progresiva que grave con mayores alícuotas a los tramos superiores de la escala y derogue por ej. las exenciones a las rentas financiera y minera. En esencia, es el programa a implantar, adaptado a la época, que los argentinos conocimos en los “gloriosos” años de la dictadura y del menemato, bajo la batuta de próceres tan ilustres como Martinez de Hoz y Cavallo y cuyas consecuencias aún estamos pagando. Es la meta de la restauración conservadora. ¿Chocaremos dos veces contra la misma piedra?

Paralelo a todo este debate, base oculta del conflicto, la sanción del DNU que ordenó al BCRA la apertura de la cuenta para la constitución del Fondo del Bicentenario, motivó que la oposición conservadora saltara escandalizada y elevara como a un venerable tótem la Carta Orgánica de ese banco, sancionada bajo la tutela de Cavallo en 1992.

Por este DNU la derecha armó un zafarrancho con el argumento de que violaba el irrestricto respeto que se le debe a la autonomía y funciones del banco, ya que por esa Carta no se le pueden dar instrucciones y en cuanto a sus funciones, las tiene restringidas a la regulación monetaria, subordinada ésta al único objetivo de preservar el valor de la moneda. Coincidencia plena con la concepción neoliberal y su modelo de país y coherente además con el objetivo de transformar al Banco Central y a sus funciones en herramientas dependientes y funcionales del mercado financiero mundial. Es el ideal de la restauración conservadora.

Visión de autonomía y de Banco Central que implica, tal como lo dicta el “Consenso de Washington”, su absoluta independencia de las decisiones de política social y económica que decida un gobierno democráticamente elegido. Visión que independiza la circulación monetaria de las necesidades del desarrollo, del nivel de empleo, de la distribución del ingreso, etc. ignorando además la necesidad de establecer parámetros para financiar al Estado y actuar como prestamista de última instancia, cosa que hacen todos los Bancos Centrales del mundo .

Hasta la designación y remoción de su presidente tiene mayores exigencias que las de cualquier ministro del gobierno nacional, el de economía inclusive: necesita acuerdo del Senado y un mandato previsto por 6 años si antes no se muere, no renuncia o se lo remueve .

Son todas muestras de un poder que está vivito y coleando y en defensa del cual impera una justicia al servicio de la fracción más concentrada del capital y que consecuentemente tiene subordinada a una porción del aparato judicial que actúa en conjunción con partidos políticos, dirigentes y medios de comunicación que ya ni cuidan las formas. La estafa procesal, el prevaricato, la mentira, el ocultamiento y tergiversación de los hechos y la politiquería desnudan más que su arrogancia, el desborde de cualquier encuadre institucional para doblegar la conciencia ciudadana y lograr retomar en plenitud el poder

Pero estas son también muestras de un mundo nuevo que con sus limitaciones y contradicciones quiere parir y otro que se resiste a morir y que para sobrevivir, - ténganlo por seguro – no desprecia recurrir a ningún medio, a ninguno. Lo evidencian los sucesos latinoamericanos de esta década

La senda no es lineal y está plagada de riesgos, algunos graves. El fin no está escrito, ni está a la vuelta de la esquina. Si las fuerzas democráticas y de avanzada no toman conciencia de cuál es el signo de la época; de que la restauración conservadora es posible y de efectos imprevisibles; si en función de todo ello no discriminan quien es el enemigo principal y actúan en consecuencia buscando la unidad aún en la diversidad, que a estos efectos es secundaria, puede ocurrir que aunque algunos de sus planteos y análisis sean ciertos, terminen siendo elucubraciones académicas para el marco de un triste final.

Y ese final es evitable. Se debe y se puede avanzar en la fundamental e impostergable tarea de construir la conjunción de las más amplias fuerzas democráticas y populares contra el enemigo principal para un objetivo primordial: impedir la restauración conservadora. Este es un piso que evitará tener que partir siempre de cero y que creará condiciones más amplias y favorables para hacer posible las transformaciones progresistas. Para ello es insoslayable desechar la pretensión de imponer a otros convicciones cercanas a nuestra imagen y semejanza, de clonarnos en el otro. Que a pesar de la diversidad debemos aprender a sentirnos, a vivirnos como compañeros que luchamos por un objetivo común; que podemos ver en el otro la capacidad de aportar cosas que enriquecen; que se debe y se puede debatir y trabajar fraternalmente por hacer posible los cambios necesarios para edificar una sociedad con democracia participativa, con justicia social y soberanía nacional.