Cambiar sin retroceder
Por La Señal Medios
(El modo más razonable de no contraer algún virus, en esta etapa, es impedir que los chanchos y los mosquitos usen tu computadora.
Es difícil, claro, pues ambas especies están desgranando su visión filosófica del país y del mundo con enjundia. Después del domingo 28 de junio se sienten de parabienes, ¿con razón?).
El gobierno nacional y el peronismo sufrieron un revés. Especialmente por la caída en el distrito bonaerense. No fue absoluto, pues mantuvieron primacía nacional. Pero el impacto real se sintió.
El neo radicalismo sostuvo en general su volumen, aunque fue limado en la ciudad de Buenos Aires, zona que habitualmente consideraba afable para sus candidatos.
El Pro logró una victoria decadente, que buscó ser apuntalada por los medios con fiestas y bailes. Macri perdió con su candidata más popular, un 15 por ciento de los votos. Francisco de Narvaez no es dueño ni siquiera de la mitad de su base electoral.
El Proyecto Sur creció ofreciendo la perspectiva de mejorar la acción kirchnerista. Creció en serio, si. El promedio de sus votos combinó el discurso cauto y popular de Sabatella con la imagen eufórica y gritona de Solanas.
Doña Soledad
Socialmente, es posible afirmar que mucho de la base humilde con identidad peronista respaldó a las listas kirchneristas. Eso le permitió al gobierno ganar nacionalmente por poco; contener un 30 por ciento popular en la Provincia, pero inclusive en la Capital Federal casi todos los sufragios del oficialismo manaron del pobrerío.
Primera reflexión rápida: como en instancias resistentes, hemos vuelto a estar "sólos".
Pasa que si se posee el gobierno, el concepto de resistencia -aunque mantiene su halo auténtico ante el poder económico- pierde consistencia y se difumina.
Bueno, por lo tanto algo ocurrió. Hay varios datos para considerar, aunque ninguno parezca imponerse claramente sobre los demás.
Las capas medias, que no habían precisado de una gran campaña mediática en los 50 para respaldar el golpe antiperonista, se han posicionado indignadas ante su propio crecimiento económico.
Hoy como ayer, el medio pelo escupió sobre la administración que lo ayudó a desplegarse y a salir del pozo más profundo que recuerde nuestra historia, sublimado en la montonera incendiaria del 2001. Y así como en los tiempos de pleno empleo y desarrollo consideró inadmisible que Juan Duarte tomara unas copas con dinero estatal, hoy evaluó corrosivo para su espíritu el ser en sí de Cristina y el énfasis de Néstor.
No se enoje con tanta rapidez, lector. Sucede que aunque la incidencia propagandística ha sido fuerte y los errores propios apreciables, no queríamos dejar de señalar ese dato en crudo, sin mediaciones con rasgos justificatorios.
Digamos: el conflicto con la oligarquía agropecuaria o más bien sojera, disciplinó a los actores medios, brindándoles una "causa" públicamente expuesta que operó como catalizadora de su malestar interior.
Digamos mejor: cada vez que hacemos un país, vienen ellos y lo rompen.
Sin embargo, de poco sirve pasar la cuenta a grandes franjas de la población sin analizar qué puede hacerse para revertir el panorama e involucrarlos en una pelea que los beneficia. Descanse, afloje la espalda, no suponga que el análisis es cerrado, y piense.
Las contradicciones le ganaron a la acción de gobierno
Son grandes los logros en materia social que generó el gobierno desde mayo de 2003: millones de puestos de trabajo, una sustancial baja del empleo en negro, inserción de miles de jubilados al sistema, etc.,
Datos alentadores que sin embargo siguieron coincidiendo con altos índices de pobreza e indigencia.
Aunque parezca un contrasentido, podemos decir que en la región bonaerense donde màs claramente ganó las elecciones el kirchnerismo, fue, a la vez, el lugar donde se reflejó la peor derrota política del gobierno.
Un dato estadístico para hacer análisis político: en el segundo cordón del conurbano, el oficialismo obtuvo aproximadamente el 40% de los votos, y le sacó 10 puntos de ventaja a la fórmula del PRO. Pero allí radica, justamente, lo esencial de la dificultad política.
Es decir: ¿porqué un gobierno popular, luego de 6 años de gobierno, no pudo perforar la región donde se concentran los sectores mas humildes de la población?
¿Qué pasó para que el gobierno no concitara la adhesión de mayorías plenas en estos sectores populares? Al menos, con aquellos indicadores iniciales, no resultaba disparatado aguardar un 50 por ciento de respaldo.
Sin dudas, el Estado no llegó en la medida que las políticas sociales requieren en un gobierno que representa los intereses populares profundos.
Cuando decimos cambiar sin retroceder, decimos una política industrial firme, descenso del IVA, asignación universal por hijo, subsidio de empleo y formación, y otras medidas que acompañen mas de cerca el proceso que nos lleve a una ampliación concreta e inclusiva del mercado interno.
El periodismo que no fue
La política cultural - comunicacional del gobierno nacional fue clara: premiar a los opositores y maltratar a los leales. Promover el liberalismo conservador y aplanar el pensamiento scalabriniano.
Ni siquiera se registraron contradicciones: el grueso de las designaciones y de los presupuestos se dirigieron a engordar espacios culturales y periodísticos opositores, en tanto se condenaba a la inanición a las regiones nacional - populares.
Pero no sólo eso. Además de engordar a los grupos conocidos, se fomentó la creación de otros, con inversiones colosales que brindaron tecnología y manejo a empresarios que -emblematizados por Daniel Hadad- no trepidaron en aprovechar los recursos para hostigar lo mejor de los seis años recientes.
¿Más claro aún? Mientras los pensadores y periodistas del pueblo desaparecían de diales y pantallas, de diarios y revistas, hasta los más mediocres difusores del liberalismo ramplón contaron -cuentan hasta hoy- con pautas publicitarias estatales.
Es decir, ni siquiera se impuso un criterio de medición directa del rating.
Frente a dos programas contrastantes de radio o de cable, por ejemplo, aunque el nacional y popular resultara de mejor calidad y contara con mayor audiencia -algo demasiado comprobable- se resolvía sostener al espacio liberal conservador y a sus emisores groseros, insultantes y rechazados por el público.
Todos entendimos el mensaje. Sólo resta agradecer la nitidez con que fue enviado desde el gobierno nacional. La síntesis sería: hay que hablar mal del gobierno, y desde la derecha, para merecer su respaldo efectivo. Y si no, no.
Esta curiosidad aparece borroneada por una iniciativa extraordinaria que aún aguarda plasmación: la propuesta de Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Un Comfer compañero se dedicó a consultar al pueblo para elaborar la mejor inciativa del mundo, no sólo de nuestra historia, para la democratización de los medios.
Esa probable ley, cuyos ejes podrían marcar un antes y un después, licúa nuestras críticas y nos obliga, más allá del maltrato previamente señalado, a apoyar con entusiasmo a un gobierno que carece de narradores -aun en este punto- para propagar socialmente sus medidas y propuestas más certeras, profundas y beneficiosas.
Claro que, dado el esquema antedicho: ¿y quién se va a enterar de las bondades de semejante propuesta? Se hará lo que se pueda.
La ausencia de una política cultural y comunicacional nacional - popular derivó en un distanciamiento con aquellos sectores medios y bajos que exigen argumentaciones, campañas y análisis (gruesos y finos) para definir afinidades.
Sombras y algo más
La decisión de Néstor Kirchner de volcarse hacia el Partido Justicialista contó con un argumento de peso: si no la maneja el oficialismo, la estructura queda en manos del duhaldismo.
Y si bien la razonabilidad del planteo resulta destacable, cierto es que el viraje complicó el vínculo con organizaciones sociales representativas y con franjas nacional populares profundas que habían roto tiempo atrás con el escudo y el gorrito.
En aras de la eficacia, el discurso kirchnerista indicaba por lo bajo: esa es la manera de disciplinar a los intendentes y a no pocos dirigentes sindicales. Ahora tendrán que subordinarse a la jefatura del partido, encarnada en Néstor.
Los senderos del peronismo bonaerense, empero, resultaron barrosos y sinuosos: a la hora de contabilizar sufragios los mismos expositores de esa teoría comprendieron que en varios distritos el corte de boleta dio cuenta de la volubilidad de muchos referentes comunales.
En el área sindical, aunque la CGT que lidera Hugo Moyano cumplió con un respaldo a rajatabla, la movida implicó desdeñar el aporte sustantivo que, entre los asalariados estatales, posee el sector docente que regentea la Central de Trabajadores Argentinos.
La Capital Federal mostró un cuadro interesante: el Partido Justicialista se ausentó de la campaña, mientras que dirigentes con grandes recursos como Víctor Santamaría apostaban a varias puntas. A una semana de las elecciones, el portero está armando en el distrito para Reutemann y Schiaretti, con una gran Cabeza detrás. ¿Saltó el cerco tras los resultados, o el alineamiento era previo?
En todo caso, aunque a Seguro suelen llevarlo preso en el ámbito político, no está demás evaluar que una virtud de la conducción política es saber en quién confiar, y tener reaseguros. Con el PJ podría aplicarse esta máxima árabe: la primera vez que me engañas es culpa tuya; la segunda, es culpa mía.
Aunque el 30 por ciento convocado inhabilite deslizar viejas hipótesis sobre la muerte del peronismo y cosas así. La identidad persiste, y también la lucidez llana de las gentes de Evita para diferenciar entre los que llevan adelante políticas que los favorecen y aquellos que pretenden hundirlas.
Las pequeñas satisfacciones de las grandes pérdidas
La confluencia antinacional PRO recibió un fuerte mazazo del electorado porteño. En poco más de un año perdió un vasto porcentaje de respaldos y su bailarín más mentao, Mauricio Macri, quedó francamente debilitado para postularse como candidato a presidente de la Nación.
Todo el andamiaje promocional del Grupo Clarín se puso a disposición de la inversión de términos. Durante una semana TN hizo malabares para instalar al ex autosecuestrado como el ocupante de la pole position hacia el 2011.
Marcelo Tinelli, decididamente recluido en el rol de talentoso que maquilla al mejor postor, organizó forzadamente el carnaval triste del funcionariado porteño y, ante la abrupta caída de su rating, inició una pelea con Mirtha Legrand que lo sitúa en su lugar natural.
De Narvaez se consolidó como el espantajo que Duhalde usará para presionar a los Kirchner en el armado de un nuevo Justicialismo conservador. Entre el traficante de efedrina y Lole Reutemann, más los restos de los mariscales de la derrota que logre aunar, el ex presidente buscará configurar una opción muy semejante al menemismo.
Tiene con qué intentarlo. Aquellos huecos de la política oficial, este presente mediático, las inversiones futuras de sojeros, bancos e importadores, le dan pie para articular el ayer y potenciarlo. En trazo grueso, cabe preguntarse si la población argentina en su conjunto está dispuesta a vibrar con un autohundimiento hondo y -por décadas- definitivo.
En lo circunstancial, puede inferirse cierta sapiencia a la que te criaste, con un tono delicado en su intersticio: la sociedad usó a alguien sin futuro propio, como De Narvaez, para despabilar a un Kirchner metido hacia dentro y convencido de sus propias virtudes.
Más grave hubiera sido que impulsara a Macri en ese lugar.
De ahí que Clarín se preocupe por situar al hijo del ensamblador de autopartes como un estratega de la nueva política pos kirchneriana. ¿Me sigue? (No olvide que quien esto escribe es populista. El que avisa no es Cobos.)
En cuanto al neo radicalismo, los comicios porteños brindan una certeza. Elisa Carrió, pese a ser la más conocida, sólo congrega un sector del viejo partido. Y ese viejo partido, si suma sus fuerzas, puede reconfigurarse en alternativa electoral genuina de las capas medias a nivel nacional.
De hecho, fue por muy poco la segunda fuerza general. La tarea de Stolbizer y Morales es, a partir de un perfil equilibrado, convocar a Carrió, a López Murphy, a Terragno, a Moreau, y a tantos más para congregar los fragmentos tras la explosión generada por la debacle delarruista.
Estos también tienen con qué. Aquella caída, pese a la gravedad de lo acaecido, no impidió una larvada persistencia de la identidad histórica trasuntada en votos; esa potencialidad -y la ausencia de militares golpistas- puede hacer entender a los más enfáticos acerca de la utilidad de transitar un camino electoral tradicional y creciente.
Claro que para lograrlo tendrán que poner en caja la alocada imaginación de la Nostradamus con polleras. Carrió no sólo cayó en Capital por acotar su "nicho" a la centroderecha, sino por la desconfianza intuitiva que genera su caracter ante un público que necesita referentes más estables emocionalmente.
Hablando de personalidades extremas, vale considerar el liderazgo de Fernando Pino Solanas en el Proyecto Sur. Es claro que una parte de su electorado votó por las mejores banderas enarboladas en la campaña: recursos naturales, justicia social, latinoamericanismo. También, que otra parte estimó que el gran director era el candidato más enojado con el gobierno.
La agrupación en cuestión sería una panacea para atisbar el horizonte, si no fuera por dos datos básicos: en primer lugar, lejos de mostrar una construcción democrática superadora del verticalismo kirchnerista, el solanismo es aún más concentrado en la toma de decisiones y su jefe, un decibel más autista e intolerante.
Pero lo más duro de admitir para su militancia activa, es que la articulación de fondo de Pino a la hora de llevar adelante estrategias profundas, se asienta en Víctor De Gennaro y ... Eduardo Buzzi. El voto por la negativa oligárquica a pagar impuestos durante el debate rural del año pasado, no fue un gesto rabioso de oposición sino la evidencia de un vínculo profundo.
Ese vínculo permite inferir que la caractrerización de Solanas como un referente de la izquierda nacional popular y latinoamericana merece un debate. Y que ese debate no tiene respuestas tan claras como el discurso del genial artista permitiría inferir.
Aunque usufructuó la difusión de Pino, Sabatella parece transitar, junto a Hugo Yasky y Libres del sur, un andarivel más centrado. Que no es lo mismo que situarse en el centro; cada intervención del bonaerense tiene como prólogo un detallado inventario de los aciertos oficiales, y a partir de allí despliega razonables cuestionamientos.
El asunto no es menor. A partir de ahora los ejes políticos se plantearán en tres niveles entrecruzados: la política general, la acción parlamentaria y la construcción de alianzas.
Los (tres) caminos de la vida
En el primer plano, el embate conservador y liberal sobre el gobierno nacional se va revelando potente. La intención del establishment es desandar dos caminos básicos: la política económica y la política internacional oficial. Si la administración que preside Cristina admite retrocesos en esos rubros, habrá iniciado su desplome.
Para resistir esa andanada, y al mismo tiempo avanzar para consolidar y mejorar lo realizado, deberá articular con los referentes del Proyecto Sur dentro y fuera del Congreso. Es previsible que el macrismo y el radicalismo, con excepciones, cierren filas para respaldar iniciativas perjudiciales para el pueblo y la nación asentándose en una difusión mediática rimbombante e insistente.
Y de allí se derivan los armados hacia el 2011, pero también la batalla por la hegemonía cultural en la sociedad. Es claro que la sugerencia de los movimientos sociales para generar un movimiento que incluya a los sindicatos, a los críticos de centroizquierda y a un peronismo kirchnerista despojado de pejotismo intratable, permite avizorar una coalición exitosa y con renovado vigor.
Con los datos existentes, esta perspectiva es posible. Quizás resulte un grato aunque esforzado desafío para la militancia popular argentina "forzar" estos acuerdos más allá de las determinaciones dirigenciales.
Desde el 2003 muchos de los lineamientos de la nueva instancia peronista surgieron desde el mismísimo Poder Ejecutivo; tal vez sea hora de equilibrar las influencias y fomentar la opinión de abajo con más esmero.
Dos años difíciles nos aguardan. La crisis internacional entorna el camino. La propaganda antinacional es abrumadora. El funcionariado oficial carece de dimensión jauretcheana. Cristina y Néstor han mostrado garra, empecinamiento, convicción, autismo y vocación popular, todo al mismo tiempo. Veremos ahora, cuando hace falta, qué condiciones puede (volver a) mostrar el activo político de base nacional y popular.
Gabriel Fernandez
Daniel Glancszpigel