Dos proyectos enfrentados en el pasado y en el presente


Rubén Dri (especial para La Señal)


La historia de todos los pueblos es el resultado del movimiento dialéctico entre proyectos políticos opuestos que Marx expresara como lucha de clases. En nuestra historia la lucha siempre fue entre un proyecto nacional y popular y otro antinacional y oligárquico; uno centrado en el mercado interno, y otro que mira hacia fuera; uno que plantea su política desde la autonomía, y otro, desde el sometimiento al imperio de turno; uno que mira a la Gran Patria Latinoamericana y otro, que mira hacia Europa o Estados Unidos, uno que pretende la industrialización y otro, que se orienta a la exportación de los productos primarios.

En la escuela primaria y secundaria hemos aprendido que poco tiempo después de la Revolución de Mayo comienzan las “luchas civiles” entre unitarios y federales, pero nunca sabíamos bien por qué se peleaban. Era una “pelea entre hermanos” nos enterábamos. La realidad es que se trataba del enfrentamiento de dos proyectos de país contrapuestos.

Los “federales” peleaban en la defensa de las artesanías locales, mirando, en consecuencia hacia el mercado interno como prioridad y practicando un necesario proteccionismo, como hicieron todos los países que pudieron desarrollar su industria, Inglaterra y Estados Unidos, por ejemplo. Los unitarios, en cambio, cuyo referente principal es Rivadavia, miraban directamente hacia Gran Bretaña. Con él comienza nuestra “deuda externa”, al contraer el empréstito con la Baring Brothers.

No se trata de una lucha entre buenos y malos, sino entre proyectos políticos contrapuestos. La derrota de los “federales”, traición de Urquiza mediante en la batalla de Pavón, le abrió la puerta al proyecto que siempre miró al mercado externo, cifrando las esperanzas del país en la suculenta renta agraria. Con la fundación del Estado moderno oligárquico en la década del 90 se consolida el país que pasa a formar parte de la granja británica.

Es sobre todo con el peronismo que nace el 17 de octubre de 1945 que el proyecto agroexportador sufre el primer quebranto serio. El viejo proyecto nacional y popular derrotado en Pavón vuelve por sus fueros. Ya no se mira a Europa o Estados Unidos como primera instancia, sino a sí mismo y a Latinoamérica. Es el desarrollo del mercado interno, la participación activa del Estado en la regulación del mercado, el ascenso y participación política de la clase obrera y los sectores populares en general.

No podía durar mucho sin suscitar la reacción violenta del proyecto oligárquico. Efectivamente, volvió con los aviones bombardeando Plaza de Mayo y con los tanques del ejército. En esta lucha entre ambos proyectos, la década del 70 significa, tal vez, el momento en que el proyecto nacional y popular estuvo más cerca de revertir la situación con una profunda transformación del país en el sentido de las aspiraciones populares. No por nada se implantó la más sangrienta dictadura militar para revertir la situación y volver al país agroexportador.

Con el menemismo en la década del 90 el proyecto iniciado con la dictadura militar llega a su culminación. El país es devastado por la imposición del más crudo neoliberalismo que significó la desindustrialización masiva con la consecuente desocupación. Un país explota en la pueblada del 19-20 de diciembre de 2000 y comienza en el 2003 a recuperarse. Vuelve por sus fueros el proyecto nacional con posibilidades avanzar hacia lo popular.

Política de derechos humanos, transformación cualitativa de la corte suprema, descabezamiento de la cúpula militar, derogación de las leyes de impunidad, juicio a los militares genocidas, recuperación del sistema jubilatorio, reestatización de Aerolíneas Argentinas, defensa del trabajo y del salario en un contexto internacional de profunda crisis, política latinoamericana que mira a la reconstrucción de la Patria Grande, hundimiento del ALCA en las aguas de Mar del Plata, activa participación en la creación de UNASUR y su participación en la tarea de frenar el golpe contra Evo Morales, por citar algunas de las medidas propias de un proyecto nacional con inclinación hacia lo popular. Todas estas medidas y muchas más a Pino le parecen “tres, cuatro o cinco iniciativas buenas”, lo cual, aclara, no le cambia la raigambre de entregador y neocolonial de su matriz económica”. Re almente, sin palabras.

Evidentemente no se trata del proyecto que mira al socialismo del siglo XXI o de cualquier otro socialismo, porque el movimiento que expresa el kirchnerismo es, como todos los movimientos nacionales en gestación, según nos aclara Norberto Galasso, policlasista, contradictorio, clientelista, pragmático, conciliador con “amigos del poder” que hacen negocios. Ni las “almas bellas”, ni los amigos kantianos de la “buena voluntad” pueden escuchar hablar del mismo.

El 28 este proyecto se verá enfrentado en la elecciones legislativas a distintas expresiones políticas como el Pro-peronismo y la Coalición Cívica que claramente expresan el proyecto neoliberal agroexportador y privatizador. La declaraciones de Macri, sobre su proyecto de re-privatizar Aerolíneas, las jubilaciones y el agua potable, que cuentan con la aprobación de De Narváez, queda claro que ese proyecto significa volver a los 90, a la era de las privatizaciones, o sea, a la política del gran capital concentrado.

El kirchnerismo no es la solución, pero enfila el timón hacia lo nacional, popular y latinoamericano. La gran carencia, ¡qué duda cabe!, es la falta del movimiento popular organizado. Sólo con la creación de dicho movimiento que exprese verdadero poder popular se conseguirá revertir la situación creada por la dictadura militar genocida y el neoliberalismo arrollador de la década del 90. Es la gran tarea, la creación del poder popular.

Mientras tanto el enemigo no es Kirchner como piensa Pino Solanas sino Macri, De Narváez, Carrió y demás referentes políticos que expresan en ese nivel a las grandes corporaciones del capital concentrado. El haber ubicado tan mal al enemigo a quien combatir ha llevado a Proyecto Sur a votar junto con las corporaciones agrarias cuando se debatía la 125. Precisamente sobre el conflicto con las corporaciones agrarias vuelve Pino echarle la culpa al gobierno que “quiso poner al otro de rodillas”, ocultando, el movimiento golpista impulsado por dichas corporaciones.

De esta manera se hacen “funcionales” a la derecha como muy bien lo han entendido sus voceros de La Nación, Clarín y Perfil.

Buenos Aires, 22 de junio de 2009