Ni un paso atrás


Por Jorge Rachid


“No existe el héroe individual, sólo existe el héroe en grupo” (H. Oesterheld)


Un debate en ciernes en el peronismo a nivel nacional reproduce formas neoliberales de personalización de la política, sin propuestas y con un profundo electoralismo exitista. Esta situación es producto –sin dudas– de años de cultura dominante, de apuntalamiento de lo individual en la política, antes que de profundización temática de los contenidos doctrinarios, que hacen a la construcción de un modelo de Nación.

Así se han desplazado los ejes de la política como herramienta de transformación social, hacia formas mundanas, superficiales, falaces, con faltas de contenidos y posicionamientos sólo confrontativos desde lo individual, intentando denostar antes que proponer y tratando de demostrar méritos hacia los factores de poder, más allá de las legitimidades que otorgan largas militancias, que sin embargo atravesaron propuestas antagónicas en lo doctrinario, sin haber producido desde el funcionariado ejercido más efectos que un acompañamiento silencioso, emergiendo la crítica sólo en el momento de abandonar el cargo y sin haber expresado un pensamiento crítico durante el desarrollo del mismo.

¿Qué vamos a discutir los peronistas? sería la pregunta frente a la inminente puesta en escena de un nuevo capítulo electoral. Sería importante desgranar la serie de ejes sobre los cuales se estructura una propuesta al conjunto de sociedad.

También sería necesario esclarecer dónde discuten los peronistas sobre las necesidades de la Patria, por aquel viejo apotegma de primero la Patria, ya que la clausura de los ámbitos de discusión es una constante de los últimos años en los cuales el peronismo –junto al conjunto del pueblo– aplaudió aquellas políticas que resurgieron desde el Estado como garante del equilibrio del conflicto social, después de años de ausencia entregados al Mercado como ordenador de intereses, como si eso fuese posible en una dinámica impuesta por las recetas neoconservadoras del modelo financiero, sustento básico de la deconstrucción del Estado solidario y productivo.

Sin embargo vemos desfilar innumerables candidatos autopropuestos en nombre de supuestas intenciones de forjar una “nueva forma de hacer política”. Candidatos cuya máxima expresión de compromiso peronista es enarbolar el “peronómetro” para criticar a otros compañeros, juzgando conductas antes que realizaciones, levantando críticas que harían ruborizar hasta al último de los peronistas, apoyando cualquier sector conducente a aumentar su masa crítica aún a costa de sus propios principios, si es que aún les perduran.

Así vemos un coro de dirigentes criticando duramente de chavistas al gobierno actual. ¿Es el presidente de Venezuela nuestro enemigo? ¿Es enemigo acaso de la integración latinoamericana y el UNASUR o es acaso su confrontación con los EE.UU. lo que preocupa a los peronistas aggiornados del siglo XXI?

Cualquier peronista que asuma el poder en el 2011 ¿restablecería las relaciones carnales con el imperio y volvería a los brazos del FMI y el Banco Mundial, sometiendo a la Argentina y a su pueblo a condiciones denigrantes de dependencia y avasallamiento de la soberanía nacional? ¿No era una de nuestras banderas históricas acaso junto a la justicia social y la independencia económica?

Quizá debamos discutir de las leyes laborales –destruidas en los 90 y flexibilizadas en el 2000– en una de las mejores demostraciones de la falta de humanidad de la lógica economicista y mercadista de quienes diciéndose estadistas, sólo fueron virreyes de nuestra Patria al servicio del endeudamiento y la destrucción de la industria nacional y el empleo argentino.

Años sin convenios colectivos de trabajo y sin el Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil, con hombres y mujeres arrojados a la banquina misma de la historia, expulsados de la pirámide social, que vieron derrumbarse sus sueños de movilidad social ascendente y crecimiento familiar, en nombre de una lógica perversa, desprovista de solidaridad, dirigida a derrumbar años de esfuerzos por construir la justicia social en nuestro país, desgraciadamente en nombre del mismo peronismo que la construyó al calor del pueblo argentino. ¿Qué harán con semejante situación nuestros supuestos candidatos que acompañaron esos procesos, sin un atisbo autocrítico que cualquier hombre de bien debe realizar de cara a la historia?

A lo mejor volvemos al Estado ausente que al mejor estilo marinero comienza a aligerar el buque ante cualquier dificultad, entregando empresas nacionales, que costaron años de sacrificios de creación y acumulación de riqueza por parte de trabajadores argentinos; reinstalando acaso las AFJP y derogando la Ley de Medios para seguir vigente con la de la dictadura militar? O para ser más exactos: ¿abandonamos la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías, que permitieron recuperar el Plan Nuclear argentino, el área material Córdoba, entre otras, disolviendo el nuevo Ministerio de Ciencias y Tecnologías para poder evitar mayores gastos?

También es posible que en nombre del peronismo “aggiornado” de los 90 volvamos a los planes asistencialistas, antes que a políticas sociales plenas, aún incipientes, que reinsertan al niño argentino en una estructura social desde la educación y la sanidad, con una asignación universal que es un derecho antes que una dádiva, que fue propuesta por sectores de la oposición y aún así es criticada con dureza en el juego eterno del oposicionismo puro, lleno de electoralismo, vacío de propuestas.

Una elección interna genuina podría llevar a la discusión de ejes temáticos, incluso de hipotecas pendientes severas de estos tiempos, porque no se trata de volver a ningún pensamiento único, sea del signo que sea, pero en el camino de recuperación del pensamiento crítico no se pueden aceptar alegremente alineamientos nacionales e internacionales que están en contra de la esencia misma del movimiento nacional y popular en la Argentina.

Desde el peronismo nadie desconoce que nos debemos un largo camino por recorrer, en especial en la recuperación de miles de trabajadores que nunca trabajaron dentro del sistema del contrato del trabajo, que debemos mejorar la calidad remunerativa de nuestros jubilados, pero jamás se nos ocurrirá recurrir para estas políticas a quienes dejaron avanzar las teorías del ajuste con disminución de salarios y haberes, se apropiaron de ahorros minoristas para favorecer a los grandes grupos empresarios y dejaron al sector financiero expropiar los ahorros genuinos previsionales de millones de argentinos. Eso no es ¡ni puede ser peronismo!

Sin dudas –si hablamos de salud y educación– la permanencia y preponderancia de la industria farmaceútica junto a las prepagas en el sistema solidario, en el primer caso nos golpea diariamente como un déficit mayor, sumado al abandono del hospital público que nos avergüenza como argentinos.

El sostenimiento de las escuelas “express” y la falta de educación pública como excluyente del sistema educativo argentino y los cambios en los contenidos de la enseñanza –todavía mitrista y dependiente– es otra asignatura pendiente de debate mayor en el seno del pueblo.

Pero los avances realizados con la incorporación de 4 millones de trabajadores al sistema solidario de obras sociales, la incorporación de 1,5 millones de hombres y mujeres de edad jubilatoria que nunca habrían podido jubilarse por haber sido expulsados del mal llamado “mercado laboral” al sistema de reparto, deben ser consolidados con políticas claras que no sólo lo afiancen sino que, desarrollados en el tiempo, constituyan una planificación estratégica de los recursos que los conviertan en políticas de estado.

Hemos observado absortos, peronistas que se oponen al juzgamiento de la dictadura militar y los responsables del genocidio, cuando fueron nuestros trabajadores en primer lugar y nuestros militantes políticos y sociales, las principales víctimas de un sistema de exterminio planificado, no dirigido a personas individuales sino a una política de liberación nacional como es el peronismo, que querían desterrar para siempre. Igual que los cobardes bombardeos a Plaza de Mayo de junio del 55, los fusilamientos del 56, las desapariciones de compañeros como Vallese en los 60, la represión indiscriminada a las epopeyas populares de los 70, el encarcelamiento de los militantes y la tortura, todo realizado en nombre de la “libertad y la democracia”.

Sin embargo hay sectores que llamándose peronistas hablan de “consensos” y olvidar la historia, cuando no ha habido según las crónicas mundiales, menos revanchismo que en nuestro país, ni venganzas individuales ni persecuciones políticas. Cuando se actúa con verdad y con justicia nadie puede ser llamado vengativo. No hubo un sólo acto de violencia contra asesinos confesos que en programas y revistas contaban sus crueles tormentos sobre jóvenes trabajadores, mientras miles de madres clamaban por sus hijos. Sin embargo esos mismos sectores aplauden, como aplaude quien esto escribe, cuando un criminal de guerra nazi es extraditado casi 65 años después de finalizada la guerra.

Cuando la aviación alemana bombardeó Guernica en la guerra civil española murieron casi 300 personas y originó esa masacre que inmortalizó el fresco de Pablo Picasso, que guarda aún hoy la imagen desgarradora del genocidio. En 1955, cuarenta aviones de nuestra propia marina bombardearon Plaza de Mayo y mataron casi 400 personas con miles de heridos y mutilados; sin embargo esa memoria “desapareció”: eran aviones de nuestras propias Fuerzas armadas, sin estado de guerra, con un gobierno democrático y sobre población civil desprevenida. Otro genocidio.

Pero parece que los peronistas para la oposición, quienes somos los violentos porque atacamos intereses concentrados, herimos factores de poder y somos capaces de jugar a fondo por lo que creemos. Los compañeros que nos representen en el 2011 deberán saber que no estamos dispuestos a dar ni un paso atrás en las realizaciones y que todas las políticas públicas deberán afianzar y profundizar el proceso de recuperación de la memoria y de las banderas históricas del peronismo.

Que lo piensen quienes se presentan a querer ser los representantes del movimiento nacional. Que evalúen si se puede construir una sociedad justa, libre y solidaria sin la participación activa del movimiento obrero organizado.

Sin dudas que puede confrontarse con la actual conducción –puede disentirse o incluso pretender ser– lo cual forma parte de la lógica política y es necesario debatir ideas, reformular procesos, acordar mecánicas plenas de participación y movilización partidaria y movimientista, pero hacerlo sin abandonar las bases doctrinarias de nuestro movimiento, que lo ha afianzado en más de 60 años, como única expresión filosófica de un pensamiento genuino nacional y latinoamericano.

En ese marco, debe darse toda la discusión necesaria. De la mano de los enemigos de la nación, nada. El sistema de alianzas que supone el movimiento nacional es en función de los intereses del país, no de una elección ni de un posicionamiento, menos aún de una chequera o de un producto mediático, porque eso significa la impronta neoliberal de la candidatura por la candidatura misma, llena de oropeles y guirnaldas obsequiadas por los dueños del poder que ven amenazados sus intereses.

Sin dudas, es un desafío de fondo para el peronismo y un llamado a la reflexión para los autoproclamados o empujados por medio de alabanzas y elogios a conductas siempre displicentes con los poderosos y de mano dura con los débiles. Este gobierno tendrá y tiene muchos errores, nos consta a todos pero cuando lo hizo fue a favor de los intereses populares, excepto el veto a la ley de glaciares; pero tiene más aciertos peronistas que ningún otro gobierno democrático del 83 a la fecha, con el valor agregado de no haber producido una sola represión a la protesta social desde el ámbito nacional, cuando clamaban por ella todos los sectores de la oposición y del privilegio. Sin dudas un dato a favor, lo mismo que su política de derechos humanos y de soberanía en sus decisiones,que por momentos nos emociona y nos llena de orgullo. El Perón doctrinario sigue vivo en sus respuestas a las necesidades de la hora actual, por eso seguimos siendo peronistas en el camino de afianzar su vigencia, enriquecer su legado y dar testimonio de compromiso con el pueblo.