La ingesta batracia de Celso Jaque
Es posible que jamás le hayan propinado en la cara a Celso Jaque tantos adjetivos como los que el empresario Daniel Vila pronunció sobre la presidenta y el ex presidente Kirchner, a los que el gobernador mendocino ha atado su destino.
La ingesta batracia es una parte habitual de la dieta política. Todos los que han militado alguna vez, u ocupado algún puesto público, lo saben. Deglutir sapos es de oficio, viene con el sillón. Los hay más grandes, y más pequeños. Es posible ingerirlos con mayor o menor decoro, o cierto disimulo. Existen los más verdes, o menos… Incluso pueden ser delicados… Pero, claro, son sapos… Y digerirlos debe ser difícil. Deja la garganta dolida, la boca amarga, y el estómago tieso, pesado…
Anoche, en el complejo multimedia que Daniel Vila inauguró para sus empresas, Celso Jaque debió digerir, junto a casi todo su gabinete, uno de los sapos más gordos de su carrera política. Allí, Vila se despachó a gusto contra la ley de medios que impulsa el gobierno nacional, y contra Néstor y Cristina Kirchner, en medio de una feroz pelea que amenaza convertirse en la próxima “125” con ‘no positivo’ y todo. Entre otros conceptos, el empresario acusó a los presidentes de extorsionadores y mentirosos, por caso, y comparó esta ley con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Vila fue tan duro con los Kirchner como no lo habían sido hasta ahora, por ejemplo, los gerentes corporativos del Grupo Clarín, posiblemente el más perjudicado económicamente si esta ley es aprobada.
Y allí estaba Jaque, al pie, escuchando cómo Daniel Vila, con su multimedios en cadena, despellejaba a los Kirchner palmo a palmo. Incluso, el empresario listó diez mentiras y posibles actos de corrupción flagrantes del matrimonio del poder: Campo, Indec, pobreza, inversiones chinas, la plata de Santa Cruz, Skanska, la bolsa de dinero de Felisa Miceli, la valija de Antonini Wilson, y el incremento del patrimonio familiar desmesurado, entre otros desméritos.
Y el gobernador, escuchaba.
A Daniel Vila no sólo se le acabó el amor por los Kirchner. Hay que decir que también le soltó la mano a Celso Jaque. Basta leer el diario Uno, ver sus tapas, y escuchar lo que transmiten algunos de sus medios, para comprender cómo el multimedios -que hasta poco después de las elecciones les brindó “cobertura” a Jaque y su gobierno- ahora ha saltado a la oposición, ya sea por la ley de medios, por cuestiones políticas y de negocios, o por temas exclusivamente mendocinos. Jaque quedó frente a sus ex aliados, desnudo y a la buena de Dios.
Igualmente, por cortesía, o para que probase el canapé batracio, el gobernador y su gabinete formaron parte de los invitados a la inauguración del multimedios, ayer a la noche. Y allí, en vivo, Jaque pudo escuchar el discurso que alteró al gobierno nacional, al punto que hoy salieron a responderlo.
Va a ser difícil para Celso Jaque explicarles a Néstor y Cristina por qué accedió a la ingesta batracia de semejante manera. Con qué cara irá a mirar a los ocupantes de Olivos, justo ahora cuando más los necesita, para que compren los bonos mendocinos con los que van a financiar el déficit fiscal y la construcción de viviendas. Cómo le va a explicar a un Kirchner furibundo, irreflexivo, y que se ha lanzado a su gran batalla épica para domesticar a la prensa, que el miércoles 2 de setiembre, a la nochecita, debió ingerir los sapos que Daniel Vila le sirvió en un prolijo banquete, aunque al final de su discurso haya separado al gobernador del tenor de sus críticas. Menos mal…
A ver… En política, todos deben trasegar sapos alguna vez. Pero lo más digno, es elegir la manera. Pueden ser al plato, en bocadito, en sándwich… Pero Celso Jaque, tal vez sorprendido por la fuerte crítica de Vila a “sus” presidentes, no atinó a nada. Ni a responder públicamente desde el atril (¿Se hubiese animado?), ni a defender el proyecto, ni a irse. Sólo tragó saliva, y junto a sus más leales, hizo bajar el sapo por su garganta.
Dicen que la dieta batracia es rica en proteínas, pero deja la boca ácida, y el gesto adusto… Si no me creen, pregunten en el Cuarto Piso. Allí, la ingesta de sapos es la última moda de la política.